Al llegar a la ciudad, se empleó en una casa de ricos, donde se enamoró del hijo de sus jefes, el cuál aprovechándose de su inocencia e inexperiencia, cautivó a la joven y la dejó embarazada.
La familia de él, al enterarse de todo lo sucedido, despidió a la joven sin ofrecerle ningún tipo de ayuda.
Ella, no sabiendo lo que hacer, volvió a su pueblo, donde su familia que era muy cristiana, la acusó de pecadora por el error que había cometido, pero no fue solo su familia, si no que todo el pueblo la señalaba de mala cristiana.
Con el paso de los días, la joven acabó volviéndose loca por todo lo que la hacían y todo lo que decían de ella, y una noche cuando la lluvia era muy fuerte, la joven corrió hacia el río donde dio a luz junto a la corriente y dejó que el bebé se ahogase allí mismo.
Al darse cuenta del error que había cometido, se lanzó detrás de él intentando alcanzarle, pero ya no había manera, y cansada se dejó morir en aquel frío río.
Se dice que ahora en las altas horas de la noche, cuando todo está dormido, en el río se escucha el llanto lastimero de una mujer vagando por las orillas en busca de aquello que que día perdió y que nunca volverá a tener.
Y en algunas ocasiones, cuando por el río caminan niños, ella intenta atraparlos con sus sollozos ahogados desde el fondo del río.
Había oído sobre esta historia en clase de literatura angloirlandesa, puesto que mucha de la literatura del siglo XX cercana a la frontera con México toma este tipo de historias
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